Hacia el año 700 d.C. –durante el período clásico, mientras los mayas
se encontraban en su máximo esplendor– en la zona central de México, a
orillas del lago Texcoco, la cultura Teotihuacán estaba desapareciendo.
No obstante, todos los avances de este pueblo en el arte y la
arquitectura, la agricultura del maíz, la escritura y una rica religión
expresada en numerosos dioses, se conservaron. Estos conocimientos
fueron aprovechados por distintos grupos, entre ellos los toltecas, un
grupo que venía del norte de México y sur del actual Estados Unidos, que
se instaló en los alrededores del lago Texcoco.
Los toltecas eran un pueblo guerrero. Sus dirigentes más importantes no eran los sacerdotes ni sabios, como en otras culturas, sino los jefes militares. A través de la guerra dominaron gran parte del norte y centro de México, incluso llegaron hasta la zona maya y en conjunto con las últimas dinastías fundaron ciudades como Chichén Itzá. En el arte destacaron por su trabajo de la piedra, con la cual representaron escenas militares y sacrificios humanos.
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